Soñador del atletismo en busca de sus límites...

1 de mayo de 2011

Eterno desierto (II)

            Tras el descanso de 2004 y estrenando plantillas, retomamos progresivamente los entrenos. Al tener un apoyo tan agresivo, el contacto con superficies más blandas me beneficiaba. Así pues, en la temporada de campo a través mejoraba a pasos agigantados. Pero al acabar, llegaba la pista, y con ello, entrenos en superficie dura, muchas veces con clavos. Fue en esta época, cuando empecé a coger miedo al tartán. Habíamos solventado los problemas de rodilla, pero el cambio de fuerzas en el pie seguía, sino lo soportaba la rodilla, dicha fuerza la sufriría otra parte de mi cuerpo, no desaparecería sin más. Un insignificante oasis me concedieron aquellas ansiadas plantillas, coged agua y algo de provisiones porque viene otra travesía por el desierto. Mucho se habla sobre la soledad del corredor de fondo, pero es mucho mayor el desasosiego y la soledad que sufre el corredor de fondo lesionado.

Al cabo de unas semanas entrenando en pista, los problemas aparecieron. Esta vez, el diagnóstico fue más sencillo, periostitis tibial. Se trata de una lesión muy común en corredores, consiste en la inflamación del periostio, una capa que envuelve al hueso, en este caso la tibia. Se caracteriza por ser una zona muy sensible, debido a que llegan los vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas que alimentan al hueso. ¿Causas? Muchas posibilidades, entre ellas, superficie dura de entrenamientos, gran intensidad o acumulación de cargas de entreno, escasos masajes para descargar la zona, etc., y con mi paso por la pista todas esas causas se entremezclaban. “Erase un hombre a una bolsa de hielo pegado”, parafraseando a Quevedo. Hielo como tratamiento para disminuir la inflamación. Usé vendajes con cinta adhesiva, sin mejoría. También recurrí a las famosas medias de compresión que por ese año salían al mercado, funcionaban pero el dolor era demasiado intenso como para ser tan fácil el remedio.


Tampoco fueron todo penas en el terreno atlético. Una de las alegrías fue que siguieran contando conmigo en las concentraciones del Sector de Fondo desde la Federación Española de Atletismo. Así durante los años 2004 y 2005, pude acudir a distintas concentraciones que se organizaban para Semana Santa y Navidades, en Benicassim (Castellón), Valencia, Madrid o Sevilla. Unos días para que entrenáramos juntos, atletas internacionales y otros con posibilidades de serlo.

Volviendo al tema. Nos plantamos a finales de junio de 2005, en el Campeonato de España de 10.000m en categoría sub-23 en Gijón. Objetivo realizar una marca de 30´15”, ya que era la mínima de participación para el Campeonato de Europa de ese año. El cometido era complicado. Había entrenado pero no lo suficiente para merecer hacer la mínima. Llegué a meta con un tiempo de 30´53”90 y con una medalla de chocolate por el cuarto puesto final. Después de no cumplir con este objetivo ambicioso y con la periostitis dando cada vez más guerra, llegaron unas semanas de descanso en verano.

Meses más tarde, se inició la temporada 2005/06. Un invierno que pasó sin mucha pena ni gloria, la temporada de campo a través de mi despedida de la categoría sub-23. Entrenos notables, pero poca continuidad. A las pocas semanas de comenzar con la pista, los pinchazos de antes de concluir la temporada anterior se acrecentaron peligrosamente. Hielo, fisioterapia, estiramientos, plantillas renovadas anualmente y seguíamos en el mismo punto. Buscábamos soluciones en los profesionales de la medicina y la receta era siempre la misma, por eso la desesperación volvía a aparecer. Conseguía entrenar unos días, y seguidamente los mismos días de parón.

            Lesión muy común entre corredores, como he dicho. Allá por la primavera del 2006, apareció en escena Xavi Caballero, un maratoniano internacional absoluto de 2h10min, ahí es nada. Xavi vino a vivir a Monzón, a que le entrenara Phondy, y a compartir entrenos con Eliseo Martín, buscando la forma de intentar volver a conseguir esas marcas que acreditaba hacía unos años. Por medio de Xavi, que había tenido el mismo problema, pude visitar en Barcelona al Dr. Balius, él había curado su periostitis tibial. La consulta consistió en una infiltración de un material viscoso, como gelatinoso, ácido hialurónico creo recordar. El tratamiento fue esperar a correr tres o cuatro días. ¿Así de sencillo? Sí. Al cuarto día me puse a correr y el dolor había desaparecido (y así sigue). Mucho tiempo perdido hasta toparme con el Dr. Balius.

            Finalizada la temporada de pista de 2006, había corrido únicamente con mi actual equipo Hinaco Monzón, dos fases de la Primera División del Campeonato de España de Clubes. Nos salvamos un año más, pero no fue por mi participación que fue para olvidar. Aquel verano de 2006, compañeros de entreno como Javi Yerno, Sergio Supervía y Pablo Almunia preparaban un maratón, y a finales de septiembre disputaron el medio maratón de Barbastro. Me uní a ellos, algunos entrenamientos en la preparación, y me animé a debutar en un medio maratón. Así me planté en la salida del medio maratón, falto de entreno pero con ganas de debutar. El experimento no acabó como esperaba, empecé demasiado fuerte y llegué a meta de casualidad, un debut en 1h15´08”.


            Con este capítulo, he intentado plasmar muchos meses, resumidos en unas líneas tan apenas. Parón tras parón, imposibilidad de acumular, y en este deporte, no veo otra forma de conseguir resultados que entrenando, entrenando y entrenando. Al no ser esto posible, encontrar un rumbo claro se hacía difícil. ¿Quizás estuviera cerca el próximo oasis? La temporada 2006/07 estaba a punto de comenzar.

Consejo: siempre que os aparezca alguna lesión es necesario visitar al profesional médico competente, contrastar opiniones. Cada caso puede ser distinto por mucho que se puedan asemejar las molestias.

            Salud y saludos!!!



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